Hace ya varios años, una gran amiga mía, me llevó a ver una tiendita muy cuca cerca de la Rambla de Barcelona. Toda ella estaba repleta de máscaras Venecianas. De todos los colores, estilos y formas. La verdad es que eran un gran trabajo de artesanía pues se notaba la cuidada elaboración de cada una de ellas.
He de ser sincera, nunca me han llamado demasiado la atención, supongo que es cuestión de gustos... o de encontrar un sentido especial a las cosas.
Aquel día, las máscaras cambiaron para mi.
Fue escoger una y probármela, y tener la extraña e intensa sensación de que me asomaba a los ojos de otra persona, otra vida, otro lugar. Me impactó, y empecé a ver todas las máscaras que me miraban desde las paredes, como portales a aventuras, emociones... a la mente de otra gente.
Desde entonces cuando veo una máscara, veo una musa. Una potenciadora de la imaginación, que enciende los engranajes creativos dentro de mi cabeza.
Estoy deseando volver a aquel lugar. Y de volver ahí contigo.
